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Mis palabras, pronunciadas en la plenaria del Senado de la República el 28 de julio de 1998, con ocasión de un debate de control político a raíz de la decisión del Gobierno Nacional, que no compartí, de liquidar a las electrificadoras subsidiarias de CORELCA para privatizar la prestación del servicio de energía eléctrica en la región Caribe resultaron premonitorias: vamos a salir de las llamas para caer en las brasas.

Esto es lo que he venido proponiendo desde mis escritos, como fórmula para salvar la economía nacional de la recesión que se está incubando, con graves consecuencias para el empleo y el ingreso, afectando sobre todo a los más vulnerables.

No he podido dar con la autoría de esta genial metáfora, para darle el crédito correspondiente, portadora de un potente mensaje keynesiano en momentos en los que hasta sus más acérrimos críticos y los más recalcitrantes alabarderos del neoliberalismo han terminado por aceptar su teoría y sus prescripciones para enfrentar situaciones tan criticas de la economía en barrena como la actual, a consecuencia de las medidas de prevención primero, de contención después y de mitigación actualmente de la pandemia del COVID-19.

EL CAMBIO DE DISCURSO
Después de la fiebre privatizadora de los años 90, en pleno furor del fracasado Consenso de washington con su octavo mandamiento de su denostado decálogo neoliberal sólo van quedando para vender la participación de la nación en ISA, ECOPETROL y CÉNIT, que son bienes públicos estratégicos.