“Seguridad energética, economía, ambiente, cambio climático y seguridad nacional están todos interconectados y tenemos que verlos en perspectiva horizontal” Mike Froman,
El cambio climático es una realidad incontrastable y se ha convertido en el mayor desafío global, a despecho de los negacionistas que, contra todas las evidencias, se resisten a aceptarla y desestiman la amenaza que se cierne.
En rigor deberíamos hablar más bien de la variabilidad o el desorden climático, el cual tiene tres características fundamentales: no es cíclico sino recurrente y altamente aleatorio, se manifiesta mediante fenómenos extremos de sequía (el Niño) y alta pluviosidad (la Niña), amén de que una y otra temporadas son cada vez mas intensas y prolongadas.
El Cambio climático dejó de ser una amenaza para convertirse en un factor desestabilizador de la economía y la sociedad global, exacerbada por el repliegue del multilateralismo para contrarrestarlo por cuenta de la política exterior aislacionista y camorrista de Donald Trump, vocero caracterizado además de los negacionistas del Cambio climático. Y es bien sabido que, aunque nada ni nadie escapa a sus impactos, los más afectados por los estragos provocados por el mismo obviamente son las poblaciones más vulnerables. De hecho se calcula en 22 millones el número de desplazados por desastres naturales causados por el mismo. Al fin y al cabo más grave que la intensidad de la lluvia es el tamaño de la gotera.
En 1978 la Academia de Ciencias de los Estados Unidos llamó la atención a las autoridades y a la comunidad internacional sobre la existencia del Cambio climático y exhortó al Presidente Jimmy Carter a “actuar ya” para detenerlo. Un hito de la mayor importancia de la toma de conciencia del peligro que entraña fue la Convención de Cambio climático (CMNUCC) que tuvo lugar en Río de Janeiro en 1992. Hasta la fecha se han realizado 25 conferencias de las partes (COP, por sus siglas en inglés).
El impacto y los estragos del calentamiento global no se han hecho esperar, de manera imperceptible primero y catastrófica después han venido amenazando la sostenibilidad ambiental y comprometiendo la habitabilidad de este Planeta, pues como lo sostiene Rajendra Pachauri, Presidente del Panel Intergubernamental de expertos de las Naciones Unidas sobre el Cambio climático (IPCC), “no hay Plan B porque no hay otro planeta” habitable por el ser humano, por lo menos por ahora. Las sequías, las inundaciones, los incendios forestales y huracanes, cada vez más frecuentes, extensos e intensos, se han duplicado desde 1990. En el lapso comprendido entre 1996 y 2015 se presentaron 11 mil “fenómenos” extremos y devastadores, los cuales causaron más de 500 mil muertes aquí, allá y acullá.
Los años 2015, 2016 y 2017, han sido los más calurosos desde que hay registros (1880), la temperatura media de la superficie del planeta el año pasado fue 1.1 grados superior a la del período 1880 -1900, considerado preindustrial. El año 2016 sigue siendo el top de la temperatura con 1.2 grados por encima de esta referencia. Como lo advierte el Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el finlandés Petteri Taalas, “La tendencia a largo plazo de la temperatura es mucho más importante que la clasificación de los años individuales. Y esa tendencia es ascendente” . Prueba de ello es que “17 de los 18 años más cálidos han sido registrados durante este siglo, y el grado de calentamiento en los últimos tres años ha sido excepcional” .
Los estragos del calentamiento global van mucho más allá del sofoco debido a las olas irresistibles de calor que no se registraban desde hace 50 años, las cuales han provocado que, según el Informe Anual del Estado del Clima del gobierno de los EEUU, “el número de fallecimientos relacionados con este motivo aumentará en países como España hasta un 292% en comparación con el período entre 1971 y 2010” . Como lo destaca Taalas, “el calentamiento en 2017 estuvo acompañado por un tiempo extremo en muchos países del mundo. Estados Unidos ha vivido su año más costoso en términos meteorológicos y de desastres climáticos, mientras que otros países han visto su desarrollo ralentizado o revertido por ciclones tropicales, inundaciones y sequías” .
Se estima que de 8.688 especies amenazadas o cuasi-amenazadas de verse extinguidas, un 20% lo son por cuenta del calentamiento global. La seguridad alimentaria, particularmente, tiene en la variabilidad climática y sus efectos sobre la agricultura su mayor reto habida cuenta de que, según la FAO, para el año 2050 la población mundial superará los 9.000 millones de habitantes y para procurarle su congrua subsistencia la producción agropecuaria deberá crecer un 70%. Esta es la perspectiva hacia el futuro.
Y el futuro es ahora, lo dijo elocuentemente Mijail Gorbachov, el padre de la Glasnost y la Perestroika que transformó para siempre a la otrora superpotencia de la URSS, “en 1992, después de la Cumbre de la Tierra, más de 100 científicos (incluyendo a docenas de ganadores del Nobel) se reunieron en Washington. Su veredicto fue despiadado: si la tendencia destructiva continuaba , en 30 o 40 años comenzarían a darse cambios irreversibles en la biosfera y ya pasaron 20” . La admonición de Gorbachov es concluyente: “el hombre no es el amo de la naturaleza, sino parte de ella. El medioambiente ha existido durante billones de años sin el hombre y podría volver a hacerlo. Si queremos seguir viviendo en la Tierra necesitamos un desarrollo sostenible…Creo que el Siglo XXI debe ser el Siglo en que los seres humanos vivan en armonía con la naturaleza, en lugar de esclavizados por la tecnología” .
LA CAUSA Y LOS CAUSANTES DEL CAMBIO CLIMÁTICO
El Panel Intergubernamental de expertos de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, la máxima autoridad sobre el tema, creado en 1998 e integrado por 195 estados miembros, arribó a dos conclusiones que son fundamentales: la primera, que existe una gran correlación entre las concentraciones de CO2 en la atmósfera y la temperatura global y la segunda, que la causa principal de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) entre ellos el dióxido de carbono (CO2) es antropogénica, es decir, se debe a las actividades humanas . Periódicamente el IPCC reporta el grado de concentración a través de informes, cada vez más preocupantes y desde el inicio de su gestión ha dado a conocer cinco de ellos.
Se trata del “antropocentrismo despótico que se desentiende de las demás criaturas” , que es como la denomina el Papa Francisco. Y cada vez la precisión y el grado de certeza sobre la responsabilidad en ello de la actividad humana es mayor, en el año 2001 era del 60%, en 2007 del 90% y ya en el 2014 se elevó al 95% (¡!). Desde su primer Informe de evaluación hasta el más reciente, el IPCC ha sido categórico en plantear la necesidad del control de las emisiones de GEI como única forma de detener el apocalipsis climático!
Según la Agencia Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), en el que participan 450 científicos y la Sociedad Estadounidense de Meteorología, la concentración de los tres gases de efecto invernadero (GEI) más peligrosos que hay en la atmósfera (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) alcanzaron un nuevo record en 2017 .
En el caso particular del CO2 la concentración media mundial en la superficie de la Tierra es cada año más elevada. En 2005 fue de 381 partes por millón en contraste con las 280 partes por millón (ppm) de la era preindustrial (antes de 1750). Y ya para el 2018 alcanzó las 407.8 ppm, superando las 405 ppm de 2017, las 403.3 ppm en 2016 y el 2015, cuando se superó por primera vez la barrera simbólica de las 400 ppm, con un crecimiento del 33% con respecto a la era preindustrial. En el 2018, según estudio de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), ya había llegado al tope, al nivel más alto en los últimos 800.000 años (¡!). Estamos en niveles superiores en un 145% con respecto a la era preindustrial y lo que más preocupa es la aceleración de la tasa de crecimiento de la concentración de GEI en la atmósfera, que se ha cuadruplicado desde principios de la década de 1960 y su efecto es acumulativo.
The Global Carbon Project (76 científicos de 57 instituciones de investigación en 15 países) concluyó en su más reciente Informe que durante 2018 las emisiones de dióxido de carbono alcanzaron un récord histórico de 37.1 gigatoneladas, equivalente a un 2.7% más de CO2 de 2017 (incremento de 1.6%), después que se habían estabilizado entre los años 2014 y 2016 (con crecimiento de la economía). 2018 registró la mayor emisión de la que se tenga registro en la historia de la humanidad.
El impacto sobre la temperatura global no se ha hecho esperar, de hecho 2016 fue el año más cálido que se haya registrado en el mundo desde 1880, superando el record alcanzado en 2015, el cual superó el record anterior de 2014 en 0.3 grados. Aparentemente, la “pausa” del calentamiento global sólo duró 15 años, entre 1998 y 2013. Las últimas tres décadas se destacan por ser las que se han caracterizado por las más altas temperaturas del Planeta, por encima de las décadas anteriores desde 1850. 16 de los 17 años más calientes en la historia han tenido lugar en este siglo (¡!). La temperatura media global, según la Organización Meteorológica Mundial, ya supera 1.2 grados Celsius la de la era preindustrial, a apenas 0.8 grados de los 2 grados considerados como el punto de no retorno del apocalipsis al que puede precipitar el cambio climático a nuestro estragado Planeta. Las últimas tres décadas se destacan por ser las que se han caracterizado por las más altas temperaturas del Planeta, por encima de las décadas anteriores desde 1850.
Estamos advertidos de que si durante este siglo el mayor calentamiento es del 1.5% o 2% (hasta niveles que jamás se experimentaron en los 10.000 años de historia de la civilización humana) el mundo se volverá mucho más peligroso, inhabitable! Como lo ha dicho el secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres, “nos acercamos al borde del abismo…Si no cambiamos la dirección de aquí a 2020, corremos el riesgo de cruzar el umbral en el que podemos evitar el cambio climático desbocado” . El Planeta, según el IPCC, tiene sólo 12 años para tomar medidas urgentes para evitar el desastre .
Indudablemente la principal fuente generadora de las emisiones de CO2 a la atmósfera son las energías de origen fósil (carbón, petróleo y gas, especialmente), las cuales representan 81% de la matriz energética a nivel mundial. Es bien sabido que por cada barril de crudo que se extrae se emiten entre 69 y 174 kilogramos de CO2, al tiempo que por cada kilogramo de petróleo quemado se emiten 7.1 kilogramos de CO2. Un vehículo de motor de 1.4 litros de gasolina emite aproximadamente 250 gramos de CO2 por kilómetro recorrido.
La Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network) se ha dado a la tarea de monitorear la trazabilidad de la huella de carbono que van dejando tras de sí los países y para ello emplean una especie de contabilidad ecológica de partida doble y a partir de esta poder establecer el saldo a favor o en contra . Esta Red ha podido establecer que desde finales del siglo XX el “Día del sobregiro” ("Earth overshoot day", en inglés), entendido este como el exceso de demanda de servicios ambientales con respecto a la capacidad de reparación o reposición de la naturaleza, se ha ido adelantando progresivamente, cada vez con mayor celeridad.
Según lo sostienen el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y Global Footprint, el costo de este sobreconsumo ya es visible: “escasez de agua, desertificación, erosión de los suelos, caída de la productividad agrícola y de las reservas de peces, deforestación, desaparición de especies. Vivir a crédito sólo puede ser algo provisional, porque la naturaleza no cuenta con un yacimiento del que podamos proveernos indefinidamente” . Y, como es bien sabido, no hay plazo que no se venza ni deuda que no se pague y si se cae en mora los intereses son más gravosos.
De acuerdo con esta contabilidad de la huella de carbono, a partir del 1 de agosto de 2018 la humanidad está recurriendo a las “vigencias futuras” para sobrevivir el resto del año y apenas han transcurrido siete meses de doce. A este ritmo se necesitarían 1.7, casi 2 planetas Tierra, para satisfacer las necesidades de los 7.777´154.300 de habitantes que alberga. La perspectiva es aún más preocupante en países como Chile y Catar, toda vez que si los países vivieran como ellos, en el primer caso se necesitarían 2.3 planetas Tierra y en el segundo 5 planetas (¡!).
Lo más preocupante es que año tras año el “Día del sobregiro” de las naciones se cerca más al comienzo que al fin del año y esta carrera sin posta es cada vez más vertiginosa, a saber: el “Día del sobregiro” el año 2017 fue el 8 de agosto, en 2015 fue el 13 de agosto, en 1997 a finales del mes de septiembre y en el año 1970, cuando se empezó a hacer esta medición, el 23 de diciembre. Claro está que el “sobregiro” de los países difiere unos de otros, según el ritmo al cual consumen sus recursos naturales. El más crítico es Catar (9 de febrero) y Vietnam es el que está mas “solvente” (21 de diciembre); por su parte Colombia empieza este año a “sobregirarse” el 17 de noviembre. Ello es atentatorio del desarrollo sostenible, entendido este como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.
El “sobregiro” obedece al “consumismo desenfrenado”, al que alude el Papa Francisco en su Encíclica Laudato Di . Y su llamado a este propósito no puede ser más pertinente: “en este tema los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe. Simplemente se trata de redefinir el progreso” . Pero el mayor obstáculo para ello son los intereses creados y la voracidad del capitalismo salvaje.
HACIA EL DESARROLLO SOSTENIBLE
Mas de 11.000 científicos de todo el mundo, convocados por la CMNUCC advirtieron que es inevitable “un sufrimiento humano sin par” a menos que haya cambios radicales en la actividad humana para reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros factores que contribuyen al cambio climático. Por su parte el Profesor de la Universidad de Sydney Thomas Newsome, afirmó categóricamente que “sobre la base de la información que tenemos, es claro que encaramos una emergencia climática” .
En febrero del año 2005 había entrado en vigor el Protocolo de Kyoto, como parte de la CMNUCC, el cual se propuso, sin mucho éxito, fijar límites a las emisiones de GEI. Entre el 20 y el 22 de junio de 2012 tuvo lugar la 20ª reunión de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo denominada Río +20. En esta se aprobó la propuesta de la delegación de Colombia, encabezada por el Presidente Juan Manuel Santos, de un compromiso con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados en el 2015 por las Naciones Unidas, cuyas metas deben alcanzarse hacia el 2030.
En el mismo año 2015, en el mes de diciembre, se realizó en París la 21ª Conferencia de las partes (COP21), a la que concurrieron 175 presidentes y jefes de Estado, encabezados por el Presidente de EEUU Barack Obama, la cual aprobó un Acuerdo considerado histórico, por su alcance y trascendencia, contra el Cambio climático. En el mismo se dejó claramente establecido que “el mundo debe alcanzar la ´neutralidad´ de las emisiones de gases de efecto invernadero en la segunda mitad de este siglo”.
En la Cumbre de París se acordó mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2º C y lo más cerca de 1º C con respecto a la era preindustrial y para ello se impone la necesidad de descarbonizar la economía de los países reduciendo el consumo de las energías de origen fósil y cada uno de los países adquirió el compromiso de reducir sus emisiones de GEI. Bien dijo Charles Darwin que “no es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive, sino el que más se adapta a los cambios”. Frente al Cambio climático, entonces se impone la necesidad de la adaptación, la mitigación y la reparación como estrategias.
La noticia de la elección de Donald Trump como Presidente de los EEUU, justo el día siguiente de instalada la 22ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 22) , cayó como una ducha de agua fría. Y no era para menos, con su elección se había dado un cambio extremo en la gran potencia del Norte, sobre todo en el abordaje del dramático cambio climático al que tanto pánico le tiene la comunidad internacional, a contrapelo de lo que piensa el nuevo inquilino de la Casa blanca. Para el señor Trump, “el cambio climático es un invento que pretende proteger la naciente industria china, perjudicando la industria americana. Este fenómeno no está demostrado y no tiene un sustento real” . De allí su historieta del Cambio climático como un “cuento chino” , como una “patraña” . Con toda razón, el Nobel de Economía Paul Krugman calificó la elección de Trump como un “error épico” . Y no era para menos, pues para él más importante que el ecosistema es el egosistema!
Trump, refiriéndose a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EEUU, manifestó que “por demasiado tiempo la Agencia ha gastado dinero de los contribuyentes en políticas anti-energía que están fuera de control y que destruyeron millones de puestos de trabajo, mientras afecta a nuestros granjeros, negocios e industrias” y por lo tanto había que meter en cintura y reorientar a la EPA. Y así lo hizo. Procedió, entonces, a designar a Scott Pruitt, aliado incondicional de la industria petrolera, radical entre los radicales del escepticismo con respecto al cambio climático, como Jefe de la EPA.
Ya como Director en funciones de la EPA, manifestó, contra todas las evidencias, que “no estoy de acuerdo en que (la actividad humana) sea un contribuyente primario al calentamiento global que vemos” , al tiempo que cuestionó el hecho de que se le asignara a la EPA la regulación de las emisiones de GEI. En palabras de Trump, Pruitt “revertirá esa tendencia y restaurará la misión esencial de la Agencia de mantener nuestro aire y nuestra agua limpios y seguros” , cuando ya no están ni limpios ni seguros.
Y, como era de preverse, terminó denunciando el Acuerdo alcanzado en la Cumbre de París y marginando a los EEUU de las conferencias subsiguientes, pero sin poderse retirar, pues el mismo prevé que sólo 4 años después de su entrada en vigencia, que se cumplirán el 4 de noviembre de este año se puede hacer efectivo. En el pasado los negacionistas del Cambio climático se habían aferrado a la teoría de los ciclos, según la cual así como estamos en presencia de un período de calentamiento en el pasado se habían tenido períodos de glaciación y, por lo tanto, era de esperar que hacia el futuro la tendencia actual se revertiría. A lo mejor hasta tengan razón, pero si de algo debemos estar persuadidos es que a quienes hoy poblamos el mundo y soportamos el calentamiento no nos tocará la glaciación, amén de que, como afirma el reputado economista John Maynard Keynes “a largo plazo todos estaremos muertos”. Ahora Trump ha banalizado el tema, al reducirlo a un simple “cuento chino”.
No obstante, a contrario sensu de los desvaríos, devaneos y pamplinadas de Trump, la propia Agencia Nacional de Evaluación del Clima de los EEUU, en su cuarto Informe cuatrienal, avalado por la Academia Nacional de Ciencias, uno de los organismos más competentes y con mayor reconocimiento en cuestiones medioambientales en el mundo , “la evidencia del cambio climático abunda, desde lo más alto de la atmósfera hasta las profundidades de los océanos” . Llama la atención este Informe sobre el hecho cierto de que la temperatura promedio en los EEUU ha aumentado “rápida y drásticamente” desde la década de los 80´s del siglo XX y que, además se hayan registrado en las décadas recientes las temperaturas más altas de los últimos 1.500 años (¡!).
Con toda razón advierte el Papa Francisco que “la sumisión de la política a la tecnología y a las finanzas que buscan la ganancia, se demuestra por la distracción y el retraso en la aplicación de los acuerdos mundiales sobre el medioambiente…Nunca había sido tan evidente la misión de la ciencia al servicio de un nuevo equilibrio ecológico global…En la modernidad hemos crecido pensando ser propietarios y dueños de la naturaleza, autorizados a saquearla sin consideración sobre sus potencialidades secretas y leyes evolutivas, como si se tratase de un material inerte a nuestra disposición, produciendo entre otras cosas una gravísima pérdida de la biodiversidad…El futuro de la Tierra es digno de estima” . Según la locución latina, Roma locuta causa finita. Bien dijo Eduardo Galeano que “la verdad es como la hoja de una espada sin empuñadura, corta por todos lados a quien quiera sostenerla y más a quien quiera forcejear con ella”!
LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA
El marginamiento de los EEUU no ha sido óbice para que la comunidad internacional, no sólo los gobiernos sino también las empresas, hayan tomado nota de la imperiosa e inaplazable necesidad de migrar desde las energías de origen fósil hacia las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER) y limpias. El mundo ha entendido que, como lo afirma el teólogo católico inglés William George Ward, “el pesimista se queja del viento, el optimista espera que el viento cambie de dirección y el realista ajusta las velas” y que, por lo tanto, de lo que se trata es de ajustar las velas.
A propósito de la COP21 y su estrategia de descarbonización, el Director de Greenpeace Internacional Kumi Naidoo dijo que la misma “pone a la industria de los combustibles fósiles en el lado negativo de la historia" y a las compañías petroleras "en el lado equivocado de la historia”. Si en el pasado todos los análisis y elucubraciones en torno al mercado del petróleo apuntaban a establecer en qué momento empezaría a decaer su oferta, ahora se ocupan más bien de establecer el punto de inflexión de la demanda.
El Director financiero de la petrolera Royal Dutch Shell Simón Henry, refiriéndose a los hidrocarburos, “la demanda alcanzará su nivel máximo antes que los suministros…Y ese pico comenzará entre 5 y 15 años a partir de hoy y será impulsado por eficiencia y sustitución” . Además, de acuerdo con un estudio reciente del FMI el consumo de petróleo crecerá en los próximos años a un ritmo del 50% del ritmo de crecimiento del PIB global y estima que hacia el año 2040 el precio del petróleo se estabilizará alrededor de los US $ 15 el barril (¡!) . Y la razón no es otra que hacia los próximos años se prevé una enorme sustitución del petróleo y sus derivados, en un principio por el gas natural, considerado como el energético – puente y por las FNCER.
En cuanto al carbón se refiere, hay varios hechos a destacar: en primer lugar, con ocasión de la COP23 en Bonn (Alemania), 20 países, empresas y organizaciones suscribieron Alianza para la eliminación del carbón (Powering Past Coal Alliance), entre los cuales se cuentan Holanda, Portugal, Italia, Francia, Reino Unido y Chile, que sumados representan el 35% del mercado de los carbones que exporta Colombia, cuyos precio precios pasaron de un promedio de US $82.5 la tonelada en 2018 a US $51.5 en 2019. Ellos decretaron la moratoria para cualquier nueva central térmica a carbón en esta década y es bien sabido que la generación eléctrica en el mundo consume el 40% del carbón. Las autoridades energéticas de la Unión Europea proyectan que para el 2025 el 47% de sus plantas generadoras de energía fogueadas con carbón deben haber salido del Sistema y el resto a comienzos de 2031. Definitivamente, las plantas de carbón se tornaron en un activo tóxico para el sector energético a nivel global.
Por ello, no es de extrañar lo dicho por el Presidente de la empresa Cerrejón, la segunda productora – exportadora de carbón del país, Guillermo Fonseca, en el sentido que estamos ante “una contracción estructural”, al tiempo que pronostica que “en los próximos cinco años la demanda de carbón del mercado Atlántico (compuesto por Europa, el Mediterráneo y las Américas) y que es nuestro mercado natural se va a contraer a la mitad” . Como si lo anterior fuera poco la BHP Billiton, la empresa minera más gigante del planeta, accionista de El Cerrejón, se adhirió al Acuerdo de París (COP21), “reconoce el Cambio climático y renuncia al Carbón” . Entre tanto, su socio en El Cerrejón, la empresa Glencor, resolvió “dar prioridad a sus inversiones para producir materias primas esenciales para la Transición energética” . Ambas están en retirada de la industria del carbón, que representa el 18% de las exportaciones de Colombia.
Además, el Banco Mundial acaba de tomar una decisión de una gran trascendencia, la cual tendrá serias implicaciones, dándole la espalda y retirándole todo apoyo a las energías de origen fósil. Dejará de financiar los proyectos de exploración y extracción de petróleo y gas a partir del 2020 (¡!). Su Presidente Jim Yong Kim, hizo este anuncio con ocasión de la Cumbre de 127 estados que convocó el Presidente de Francia Emmanuel Macron en Paris con posterioridad a la COP23. Se comprometió, además, a cumplir el objetivo que se impuso el Banco de que un 28% de sus créditos a 2020 vayan dirigidos a acciones que estén alineadas con los objetivos que se establecieron en el Acuerdo de París que tiene por objetivo frenar el Cambio climático.
LA RECONVERSIÓN DE LA MATRÍZ ELÉCTRICA
A medida que pierden terreno las energías de origen fósil, en la generación eléctrica las FNCER vienen ganando participación en la matriz eléctrica en el mundo entero, tanto más en cuanto que el desarrollo de la tecnología, que es disruptivo ha venido reduciendo sus costos de una manera vertiginosa, tornándolas competitivas frente a la generación a partir de fuentes convencionales. Entre 2010 y 2017 los costos del KWH generado a partir de fuente solar – fotovoltaica se redujeron el 72% y la de los aerogeneradores el 25%. A ello se viene a añadir el hecho que la integración de las FNCER a la matriz eléctrica le da a esta una mayor resiliencia frente al cambio climático, dada la vulnerabilidad de la generación hídrica ante los embates de los fenómenos de El Niño que, como ya quedó dicho, cada vez son más frecuentes, más intensos y más prolongados.
La hoja de ruta de esta reconversión de la matriz energética tiene como ejes las 4D: descarbonización, digitalización de los procesos, descentralización del Sistema y democratización del mismo. Las FNCER, además de reducir la huella de carbono, tienen varias ventajas, entre otras: que están disponibles por doquier, a diferencia de las fuentes de origen fósil que se están muy concentradas geográficamente, fluyen, son inagotables, mientras las fuentes convencionales son depósitos, no renovables y por ello mismo están expuestas a su agotamiento.
Si bien la energía eólica y solar-fotovoltaica son intermitentes, la tecnología de las baterías de litio para su almacenamiento está avanzando a pasos agigantados. Pero esta limitación, la de la intermitencia, la compensa su carácter contracíclica, toda vez que justo cuando el verano es más intenso, poniendo en riesgo la generación hídrica al bajar el nivel de los embalses, es cuando los vientos son más fuertes y se dispone de más cantidad e intensidad de radiación solar. Por ello, hemos sostenido que las FNCER no están llamadas a sustituir o a reemplazar las fuentes convencionales de generación de electricidad sino a complementarlas. Las FNCER le servirán de respaldo a las fuentes convencionales de generación y estas a aquellas; ello nos lleva a plantear que la tendencia hacia el futuro, en la Transición energética, serán las soluciones híbridas. Estas le darán al Sistema eléctrico más robustez, más firmeza y mayor confiabilidad .
Los motores eléctricos están al orden del día, las principales fábricas y ensambladoras de vehículos le están apostando y la presión hacia la reconversión del transporte para reducir las contaminantes emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son cada vez mayores. Según el Consejo Mundial de Energía (WEC, por sus siglas en inglés) hacia el año 2040 el 55% de las ventas de vehículos estará dotado de motor eléctrico. Y no es para menos, dado que el transporte es el responsable del 25% de las emisiones de GEI relacionadas con el sector energético. Y es de tal gravedad, que si no se hace nada para “neutralizarlas”, como lo manda el Acuerdo de París, pasará de arrojar a la atmósfera 7.7 gigatoneladas de CO2 a alrededor de 15 gigatoneladas en 2050, lo cual sería una barbaridad. Y dado que el sector transporte acapara el 19% de la energía que se consume en el mundo, la sustitución del motor de combustión por el motor eléctrico significará un enorme impulso a la demanda por electricidad hacia los próximos años. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), el 97% del crecimiento de la demanda de electricidad entre el 2013 y el 2030 corresponderá a la actividad del transporte.
COLOMBIA AVANZA
Como antecedente es bueno recordar que Colombia fue pionera en Latinoamérica al consagrar en su Constitución Política el principio del desarrollo sostenible y al crear el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), como cabeza visible del Sistema Nacional Ambiental (SINA), por ministerio de la Ley 99 de 1993. A través de la misma se les dio un giro y otro perfil, ahora ambiental, a las corporaciones autónomas regionales, que a partir de entonces hacen parte del SINA.
Colombia ocupa la primera posición en el mundo en número de especies de orquídeas y aves, la segunda posición en plantas, anfibios, mariposas y peces de agua dulce, tercer lugar en especies de palmeras y reptiles y el cuarto lugar en la biodiversidad de mamíferos. Pero, al mismo tiempo figura en el top 10 entre los países con mayor vulnerabilidad frente al Cambio climático y el impacto de este esta a la vista.
Para no ir más lejos, veamos lo que está aconteciendo en Colombia por cuenta del calentamiento global. Según uno de los más recientes informes del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), “en el 2050 podría desaparecer el último glaciar de Colombia” . Entre 2010 y 2018 pasamos de 45 a 37 Km² de estos ecosistemas; una reducción del 18 por ciento, en sólo 8 años (¡!). En sólo dos años se extinguió el 5.8% del área glaciar en Colombia. Esto es asombroso. Según el mismo IDEAM, en el año 1850, aproximadamente, el país contaba con un área de 349 kilómetros cuadrados (Km²) de área glaciar. Hoy tan solo quedan 37 Km², representados en dos sierras nevadas (El Cocuy ó Güicán y Santa Marta) y cuatro volcanes nevados (Ruiz, Santa Isabel, Tolima y Huila).
El Informe del IDEAM es patético al referirse a la evolución del Santa Isabel, “en enero del 2016 su área era de 1,01 Km² pero para febrero del 2018 ya era de 0,63 Km², es decir que tuvo una reducción del 37 por ciento en tan solo dos años. El espesor de hielo del glaciar disminuyó 11 metros . Y, por último, Santa Isabel es un glaciar bajo, ubicado por debajo de los 5.000 metros sobre el nivel del mar, lo que lo hace más vulnerable a las condiciones de calentamiento” . Estamos viviendo, entonces, en tiempo real, una verdadera tragedia ambiental que compromete la habitabilidad de nuestro Planeta, frente a la cual no podemos permanecer impasibles. El tiempo para actuar y detener esta alocada carrera hacia el abismo apremia!
La contaminación del medioambiente en Colombia es grave y tiene sus consecuencias, pues es considerada por la Organización Panamericana de Salud (OPS) como “determinante básico de la salud”. Según reciente estudio publicado por el Instituto Nacional de Salud (INS) 17.549 personas mueren al año por factores de riesgo ambiental como el aire. Estamos hablando del 5% del total de defunciones en Colombia. El costo de la morbo-mortalidad (Salud pública) por causas asociadas a la contaminación ambiental le costaron al país en 2015, según el DNP, la friolera de $12.1 billones cada año, equivalente al doble de los que recibió la Nación por la venta de ISAGEN.. Esto es inaudito, como lo son las escalofriantes cifras que arrojó para Medellín un estudio reciente del médico epidemiólogo Elkin Martínez, Profesor de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia. Según dicho estudio, que se propuso evaluar la correlación entre la calidad del aire y la salud de los 3.8 millones de quienes habitan en la misma, se constató que allí fallecen 3.000 personas en promedio cada año por enfermedades relacionadas con la polución ambiental. Dicho de otra manera, 8 personas mueren diariamente y 3 de ellas cada hora por esta causa . Y ello ocurre en un país en el que la salud, según la Ley 1751 de 2015 es un derecho fundamental (¡!).
Se sabe y se reconoce que, por lo menos en Bogotá, el 57% del material particulado proviene de las fuentes móviles. Y en el caso de Medellín, el propio Alcalde Gutiérrez da cuenta de que el 80% del smog que nubla al valle de Aburrá se origina en la combustión de los motores. Por esta razón demandó de ECOPETROL una mejor calidad del combustible y lo ha logrado. De allí la urgencia del recambio de la flota de transporte masivo, sobre todo en las capitales.
Pero, como la reconversión del parque automotor se hará de manera gradual y progresiva, en el entretanto se seguirán usando, aunque en una menor proporción, los motores de combustión interna. Advertido de ello, lo que procede es mejorar la calidad de los mismos y justamente ese es el propósito de las mezclas de un porcentaje del 10% de Bioetanol con la gasolina y de Biodiesel con el diésel – motor (biocombustibles) , ya que al oxigenarlos reduce 3.3 millones de toneladas/año de emisiones de GEI y 130 toneladas/año de material particulado proveniente de la combustión de los motores . La AIE le ha sugerido a sus países miembros promover el uso de los biocombustibles hasta participar con el 30% en la matriz energética, adicionalmente contribuyen a generar energía con muy bajas emisiones de GEI a partir de la biomasa, con una capacidad instalada de 740 MW de potencia. Y de contera, dichas mezclas contribuyen a la seguridad energética del país, ya que el volumen de etanol y aceite que se consumen equivale y sustituye la producción de dos pozos petroleros del top de los 10 mayores de los que se explotan en el país.
Colombia tiene un largo camino por recorrer, pero como dice el adagio chino, para recorrerlo hay que dar el primer paso y nuestro país ya lo dio. Nos referimos a la reconversión de su matriz eléctrica, que depende en un 63.4% de la generación hídrica, la cual si bien es menos contaminante que la generación térmica se constituye en el talón de Aquiles del Sistema eléctrico frente a la amenaza de fenómenos extremos de sequía propios del Cambio climático. Pero, además, sólo el 17% de la energía que consume es eléctrica; las energías de origen fósil tienen un gran peso, que supera el 80% en su matriz energética. Allí hay un gran desafío: la necesidad de electrificar la economía.
Aquí hagamos una digresión para hacer unas acotaciones a propósito de la generación hídrica, preponderante en nuestra matriz eléctrica, la cual le ha valido una buena calificación al Sistema energético colombiano por parte del Consejo Mundial de Energía (WEC por sus siglas en inglés) y su posición 49ª en el ranking, entre 128 países, se la debe a la ponderación que se hace en uno de los tres ítems del trilema que maneja la WEC, el de la sostenibilidad ambiental, en el cual ocupa el puesto 22, por considerar que Colombia posee una matriz eléctrica predominantemente renovable y limpia. Pero, se parte de la premisa que la generación hídrica es renovable porque el agua de la cual se sirve es renovable y resulta que hace rato el agua, merced al Cambio climático, dejó de ser renovable. Es bien sabido que el planeta no produce agua nueva, el agua de correntía es estable sobre la tierra y cuando se descompone o contamina se interrumpe su ciclo de circulación. Tampoco se puede asumir, sin beneficio de inventario, que la generación hídrica per se sea limpia, pues los embalse de los que se nutren las hidroeléctricas “son una fuente de producción y emisión de GEI, principalmente de CO2 y CH4…De acuerdo con el IPCC las emisiones de GEI provenientes de los embalses deben ser cuantificadas durante la totalidad del ciclo de vida del embalse” , incluyendo su etapa constructiva. A este respecto, cabría preguntarse si la energía proveniente de la Central Hidroeléctrica de El Quimbo, ubicada en el Departamento del Huila o la de Hidroituango en el Departamento de Antioquia, será limpia después del enorme impacto social y ambiental que comportó la construcción de las mismas. De allí la pertinencia de la Resolución 9-0325 de marzo 25 de 2014, por medio del cual se adoptaron los criterios de reducción y mitigación de las emisiones de GEI en los sectores de Energía eléctrica, minería e hidrocarburos y sus planes de implementación.
Nos parece muy pertinente el llamado que hizo la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL Alicia Bárcena, cuando afirmó en la instalación del XXXVI período de sesiones de la misma que “las inversiones en energías renovables y en otros proyectos medioambientales están en la base de la propuesta de la CEPAL de potenciar el desarrollo de la región con un gran impulso o big push ambiental, para avanzar hacia un patrón de producción, energía y consumo bajos en carbón”.
En mayo de 2014 fue expedida la Ley 1715, que estimula, incentiva y promueve las FNCER, así como el uso racional y eficiente de la energía, la cual tuvo como antecedente importante la Ley 697 de 2001 que propugna por el uso racional y eficiente de la energía (URE) . Este es un aspecto de la mayor importancia, puesto que la energía que se ahorra, gracias a la optimización de su uso, contribuye a reducir la huella de carbono. Si tenemos en cuenta que, según la Unidad de Planeación Minero – Energética (UPME), en 2015 la proporción de energía útil y pérdidas en la matriz energética nacional fue de 48% y 52% respectivamente, con unos costos estimados de energía desperdiciada cercanos a los 4.700 millones de dólares al año, es claro que el potencial teórico de Colombia para mejorar la eficiencia energética y de paso reducir las emisiones de GEI a la atmósfera es muy significativo.
Colombia suscribió el Acuerdo de París, el cual fue ratificado por el Congreso de la República mediante la Ley 1844 de 2017, mediante el Documento CONPES 3918 de 2018 estableció la Estrategia para la implementación de los ODS y a través del Documento CONPES 3934 de 2018 se estableció la Política de crecimiento verde y en el Plan Nacional de Desarrollo 2018 – 2022 se dejó sentado que “la biodiversidad y la riqueza natural como activo estratégico de la Nación”. Es claro, entonces, que Colombia cuenta con una caja de herramientas idónea y una hoja de ruta para avanzar por la vía de la Transición energética y poder cumplir con su compromiso con la comunidad internacional de reducir sus emisiones de GEI en un 20% hacia el 2030. Pero tiene un gran reto por delante, toda vez que según uno de los más recientes reportes de Responsabilidad Global, el de 2018 de Bertelsmann Stiftungy y Sustainable Development Solutions Network, Colombia está en el penúltimo lugar de Suramérica en el cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, solo por encima de Venezuela. Colombia tiene un Índice de 66.6, que lo ubica en el puesto 74 a nivel mundial y en el 9º lugar en Suramérica.
Colombia tiene un potencial de más de 135 GW, casi 9 veces la capacidad de generación instalada actualmente: 56 GW en proyectos hidroeléctricos sin embalse, más de 32 GW en eólica, más de 33 GW en solar únicamente en el caribe colombiano y 14 GW en electricidad a partir de la biomasa. Gracias a la Ley 1715 de mayo de 2014, el año anterior a través de dos subastas, la UPME se adjudicaron 13 proyectos de generación, entre eólicos y solar-fotovoltaico, los cuales entrarán a operar en el primer trimestre del 2022, con una capacidad de potencia instalada de 2.200 MW. Colombia dará un salto, desde un 1% de participación que hoy tienen las FNCER en la matriz eléctrica a un 10.9%.
Empero, Colombia sigue dependiendo del petróleo, no sólo para refinarlo y abastecer de combustibles derivados del mismo el mercado doméstico, sino que representa el 40% de las exportaciones, el 24% de los ingresos corrientes de la Nación, entre dividendos e impuestos y no menos del 30% de los ingresos provenientes de las regalías que les corresponde a las entidades territoriales. Esa indeseable dependencia con respecto al petróleo constituye una de las mayores vulnerabilidades que acusa la economía nacional
Bien dijo la costarricense Christina Figueres, ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio climático, refiriéndose a la dependencia con respecto a los hidrocarburos, que “llegó la hora de reconocer que es una actividad que tuvo su momento de sol, pero hoy ya está en el atardecer y tenemos que prudentemente buscarle alternativas rápidas ya” . Se impone, entonces, la necesidad de impulsar la transformación productiva, volviendo a poner el foco en el desarrollo industrial y agropecuario, en el entendido que tan importante como la seguridad energética es la soberanía alimentaria. Esta sigue siendo una asignatura pendiente, que debería ser la primera prioridad en la agenda nacional, como propósito y como política de Estado.
LECCIONES DE LA PANDEMIA DEL COVI-19
La pandemia del COVI-19 puso en cuestión muchos paradigmas, empezando por el Sistema económico y la globalización, que han hecho crisis y deberán ser repensados y replanteados. Como lo planteó la profesora de economía y Directora del Instituto de Innovación y Propósito Público en University College London Mariana Mazzucato, “esta es la oportunidad. Si no arreglamos el Sistema, no tendremos ningún chance frente a la tercera gran crisis (la del 2008, la del 2020 y la creciente inhabitabilidad del planeta) y todas las otras más pequeñas que traerá aparejadas en los años y décadas que vendrán” .
En este sentido, vale la pena traer a colación el llamado del columnista de El País de Madrid Miguel Ángel García Vega. Nos dice él, en palabras de la Directora de la ONG350.org May Boeve, “las elecciones que hagan hoy los bancos centrales, los gobiernos y las instituciones financieras moldearán nuestra sociedad los años venideros. Las administraciones deben invertir en alejar nuestras economías de la dependencia de los combustibles fósiles y el crecimiento infinito que continúa alimentando el desastre” . Y añade, “el respiro que le hemos dado a la atmósfera es la única luz blanca que cae sobre una oscura pandemia. En China, en donde la polución causa más de 1.6 millones de muertes prematuras, el confinamiento, acorde con el científico de la Universidad de Stanford Marshall Burke, ha salvado al menos la vida de 1.400 niños menores de 5 años y 51.700 adultos de más de 70 años” .
Y, cómo no tomar en consideración las sabias enseñanzas del reputado historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari, quien refiriéndose al visionario magnate empresarial Bill Gates, quien vaticinó con 5 años de anticipación en el curso de una conferencia la pandemia del 2020, cuando afirmó que la amenaza no serían los misiles sino los virus y las bacterias, que pese a ello “en los últimos años se habló mucho sobre el peligro de una epidemia y gobiernos y ciudadanos no invirtieron esfuerzos suficientes para prepararse, porque siempre es más fácil enfocarse en las preocupaciones inmediatas que en peligros futuros. Pero, ahora nos damos cuenta de que fue un error enorme no prepararnos para esta eventualidad y espero que aprendamos la lección en relación con el cambio climático: que es mejor invertir dinero ahora para evitar el peor escenario que esperar a que la crisis nos golpee y sea demasiado tarde. Otra lección positiva es la importancia de la educación científica y la confianza en la ciencia y en sus expertos. En los últimos años vimos un crecimiento de los populismos, con políticos socavando la confianza de la gente en la ciencia, pintando a los expertos como una élite desconectada de la gente a la que no debemos escuchar. Ahora entendemos la inmensa importancia de escuchar a estos expertos, que nos digan qué está pasando y qué debemos hacer” . Así de claro!
Concluyamos diciendo con Albert Einstein, que tenía por qué saberlo, que “el mundo no será destruido por los que hacen el mal sino por aquellos que lo miran sin hacer nada”!