- Amylkar Acosta Medina
Bien dice el tango que “es un soplo la vida, que veinte años no es nada”, porque somos sólo briznas de hierba en las manos de Dios, cuyos designios insondables e inescrutables se cumplen puntualmente. Pues bien, pasaron más de veinte años desde que mi suegro don Pablo Restrepo partió adelantándosele a mi suegra Melba Herrera, quien el día de hoy nos dejó acongojados y consternados para irse a su encuentro con él para compartir con él la gloria eterna.