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EL DECÁLOGO DEL PRESIDENTE PETRO

LÁNGUIDA APERTURA DE LA COP27
El 6 noviembre se inició la versión 27 de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio climático (COP27) en Sharm el Sheij (Egipto) que se prolongará por dos semanas, en un ambiente caldeado por la guerra en Ucrania, que ha distanciado a las grandes potencias e interferido el diálogo internacional y en medio de una turbulencia que sacude la economía global, marcada por una pavorosa crisis energética global, una inflación galopante combinada con una ralentización del crecimiento y amagos de recesión. 


Esta Convención está precedida por la COP26, que bajó de los 2 grados Celsius a 1.5 grados el umbral del aumento de la temperatura global con respecto a la era preindustrial, cuando ya la superó en 1.1 grados Celsius, “para que el clima no se vuelva imprevisible y extremo” al traspasar el punto de no retorno del calentamiento que haría inhabitable nuestro planeta. Curiosamente los 4 principales responsables tanto del acumulado de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del Cambio climático como de sus emisiones, China, con más de 10.065 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) emitido. Estados Unidos, con 5.416 millones de toneladas de CO2. India, con 2.654 millones de toneladas de CO2. Rusia, con 1.711 millones de toneladas de CO2, han brillado por su ausencia. La lánguida apertura de tan importante certamen no es un buen augurio sobre los resultados  de sus deliberaciones, en momentos en los que, debido al incumplimiento de los compromisos contraídos por parte de los países, en lugar de acercarse a las metas establecidas se están es alejando.

Salta a la vista que la preocupación por el Cambio climático y la urgencia de implementar acciones para contrarrestarlo, han pasado a un segundo plano, en un giro de la geopolítica en donde los países desarrollados, obnubilados por la amenaza que se cierne que pone en entredicho la seguridad y la soberanía energética, han optado por poner estas en el primer lugar en sus agendas. Lo dijo enfáticamente el Presidente de China Xi Jinping, quien ha prometido “un final lento y constante del crecimiento de las emisiones que causan el calentamiento del planeta en China y la seguridad energética tendrá la máxima prioridad” . Y fue más lejos en su discurso de instalación del 20º Congreso del Partido Comunista, al afirmar que “China no acelerará su transformación de energía limpia. Trabajaremos activa y prudentemente hacia los objetivos de alcanzar las emisiones máximas de carbono y la neutralidad del mismo. Con base en las dotaciones de energía y recursos de China, promoveremos iniciativas para alcanzar las emisiones máximas de carbono de una manera bien planificada y gradual, en línea con el principio de obtener lo nuevo antes de descartar lo viejo” . 
Los países de la Unión Europea (UE), por fuerza de las circunstancias, están en la misma tónica, para no hablar de EEUU, el primer productor mundial de petróleo, en donde el Presidente Biden, pese a su compromiso con la Agenda de París, enmendándole la plana a su antecesor, Donald Trump, quien había renegado del mismo, pero ha podido más la realpolitik, que lo ha llevado a estimular la mayor producción de crudo en Norteamérica al tiempo que presiona a sus aliados de los Emiratos Árabes para que hagan lo propio, con el fin de detener la escalada alcista de los precios internacionales del crudo y de los precios de los combustibles en el mercado doméstico. Todo ello lo ha llevado a él y a su Enviado especial para el Clima John Kerry a tomar distancia de dicha Agenda.

DE LA ONU A LA COP27
Este es el contexto al que debió enfrentarse el Presidente de la República Gustavo Petro al momento de intervenir ante la COP27, al presentar su Decálogo para enfrentar la crisis climática. Había una gran expectativa por su intervención, primero por ser  su estreno en este evento planetario como primer mandatario de Colombia y segundo por el gran compromiso que ha mostrado desde su programa de campaña y ahora en ejercicio de la primera magistratura de la Nación con la lucha a brazo partido “para enfrentar la emergencia por cambio climático y pérdida de biodiversidad” . Ya había tenido la oportunidad de pronunciarse al respecto en su alocución en la 77ª Asamblea de las Naciones Unidas, en donde levantó una polvareda con su interrogante de “qué es más venenoso para el ser humano: la cocaína, o el carbón o el petróleo”. 
En los tres minutos que le concedieron para que hiciera uso de la palabra a duras penas pudo esbozar las diez ideas-fuerza de su Decálogo, sin poder explayarse para desarrollarlo. Allí planteó la imperiosa necesidad de la “movilización de la humanidad toda para enfrentar la crisis climática” y exhortó a la sociedad civil a “actuar ya, con o sin permiso de los gobiernos” con tal propósito, “empujándolos” a que actúen. 
Le atribuyó al “mercado” ser el causante de esta problemática  y según él “no será jamás el remedio”, advierte que el mercado per se no garantiza el tránsito hacia una economía descarbonizada o por lo menos al cumplimiento de la meta de alcanzar la carbono – neutralidad hacia el 2050 acordada en la COP26. No obstante, con el mercado hay que contar, de nada sirve ignorarlo o demonizarlo, sólo que la capacidad regulatoria del Estado debe emplearse a fondo para que funcione apropiadamente. 
UN DISCURSO ASPIRACIONAL
Fue radical al afirmar que “el primer eje de una política que supere  con eficacia la crisis climática implica dejar de consumir petróleo y carbón y cada vez más los seguimos consumiendo”. Esta es una verdad de a puño, pues son ellos los mayores responsables del Cambio climático y, como lo sostiene en su Decálogo el Presidente Petro “no serán jamás el remedio” para el mismo. Sobre ello hay consenso en la comunidad internacional, las discrepancias afloran al momento de establecer el grado de compromiso y el ritmo que se le imprima a la Transición energética hacia las energías renovables y limpias, que es irreversible. Como es bien sabido no es dable llegar a la tarde sin pasar por el medio día, ello para significar que si bien con el Acuerdo de París el carbón y el petróleo fueron sentenciados a muerte, esta no será súbita ni es aconsejable aplicarles la eutanasia. 
A este propósito, cabe advertir que el petróleo, especialmente, tiene más vidas que el gato, porque, además de su refinación para producir los combustibles y derivados como el asfalto y el GLP, que sustituye el consumo de leña en el campo, la actividad de la industria petroquímica proporciona una amplia gama de productos tales como los detergentes, fertilizantes, herbicidas, insecticidas y fungicidas de uso intensivo en la agricultura, muchos de ellos sin sustitutos a la vista. Ello explica que, según la proyección de la Agencia Internacional de Energía (AIE), sólo hacia el 2030 se empezará a aplanar la curva de la demanda por petróleo, no antes. Lo propio puede decirse del carbón, imprescindible para la producción, a guisa de ejemplo, de cemento y para la forja del acero en la siderurgia. 
Por lo demás, antes de reducirse la extracción y oferta de crudo y carbón en los países que cuentan con reservas de los mismos, como Colombia, será la demanda la que se contraerá progresivamente, a medida que los países migren desde las energías de origen fósil hacia las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER). No habrá forma, en el corto plazo, de poner en pausa y menos parar en seco prematuramente  a la industria del petróleo y el carbón, de tal suerte que mientras haya consumo y demanda de ellos siempre habrá quien lo produzca y suministre. Si no es Colombia serán otros países, sus competidores. Como le respondió a la revista Time en una entrevista el reelecto Presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva “en el caso de Brasil y en el mundo es irreal abandonar la exploración y explotación petrolera: todavía es necesario el petróleo por un tiempo”  más.
Es el caso de Senegal y República Democrática del Congo (RDC), que habiendo descubierto recientemente importantes recursos petrolíferos en sus territorios, no renuncian a ellos bajo ninguna circunstancia. Por el contrario, ya anunció la Ministra de petróleo de Senegal Sophie Gladymar que “el simple hecho de explotar nuestros hidrocarburos nos permitirá no sólo acelerar el acceso universal a la electricidad, reducir el coste de los factores de producción para favorecer la industrialización del país” . Por su parte, nada menos que el negociador de la RDC en las conferencias sobre el clima de la ONU Tosi Mpanu, manifestó que  “paradójicamente, es el dinero del petróleo, visto como dinero sucio, lo que nos permitirá tener suficientes medios, recuperar nuestra soberanía medioambiental y reducir nuestras emisiones procedentes de la deforestación” . Y la Ministra del Medioambiente de la RDC Eve Bazaiba, no se quedó atrás, fue categórica al afirmar que “el ser humano necesita oxígeno, pero también necesita pan” 
Es más, el Canciller Alemán Olaf  Scholz salió en su defensa, al advertir que “no siendo los mayores contaminadores, ya que no son industrializados, sería injusto en la búsqueda de soluciones (al Cambio climático) que se quiera prohibir a África utilizar sus recursos naturales que están en su subsuelo” . Para Francois Gemenne, uno de los expertos del Panel sobre Cambio climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), “es muy difícil cuando uno es pobre renunciar a un tesoro, por lo que hay que proponer algo más interesante” . Esta es la razón por la cual hemos venido insistiendo en una Transición energética a la colombiana , pues la hoja de ruta de la misma no puede ser igual en aquellos países que dependen de su importación que la de Colombia, que depende pero de su producción y exportación. No existe una única receta global, a manera de cartabón, para la Transición energética. Dejar de consumir petróleo y carbón, entonces, no es un punto de partida sino un punto de llegada y ello tomará tiempo, esta es una de las lecciones de la crisis energética sin precedentes que afrontan los países que integran la Unión Europea (UE) . En este sentido, podemos decir que el discurso del Presidente Petro, aunque es políticamente correcto, es aspiracional. 
¿EN QUÉ QUEDAMOS POR FIN?
Por fortuna para Colombia el Gobierno que preside Gustavo Petro ha venido modulando su discurso con respecto al futuro de la industria del petróleo, después que la Viceministra de Energía Belizza Ruíz sostuvo, en un exceso de voluntarismo, que “no habrá nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos”  y su superiora la Ministra de Minas y Energía Irene Vélez la respaldó diciendo que esa “no es una decisión caprichosa” , en cambio el Ministro de Hacienda José Antonio Ocampo, consciente de que ese Ministerio es la caja registradora del Estado, les salió al paso afirmando que esa decisión “aún no está tomada” , la Ministra Irene dio el reversazo y terminó no descartando la firma de nuevas contratos de exploración y explotación. Ahora, más atemperada en sus declaraciones coincidió con el Ministro Ocampo en que “no se ha tomado una decisión a futuro, el Gobierno está analizando los escenarios y las necesidades que vaya presentando el país” . 
Esta rectificación es un paso en la dirección correcta y contribuyó a tranquilizar un tanto al mercado, que estaba despistado por las señales erráticas y contradictorias provenientes del equipo de gobierno. Ya va siendo hora de que se tome una decisión en firme con el fin de disipar tanta incertidumbre, eso sí con gran dosis de sindéresis, pues lo que está en juego no es asunto de poca monta. La gran pregunta es, después de tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, en qué quedamos por fin.
A SALVAR LA AMAZONIA
Por último y no por ello menos importante en el Decálogo del Presidente Petro, en este se subrayó, como ya lo había hecho en su discurso en la ONU, la importancia de “salvar los pilares del clima del planeta, antes que nada. La selva amazónica es uno de ellos” y anunció que “Colombia otorgará US $140 millones anualmente durante 20 años para salvar la selva amazónica”, como capital semilla y emplazó a la comunidad internacional, especialmente a los países desarrollados, manifestándoles que esperaba “el aporte mundial”. El reiterado incumplimiento de los países desarrollados de su compromiso, contraído  en la Cumbre mundial contra el Cambio climático de Cancún en 2010, de aportar US $100.000 millones anuales entre 2020 y 2025, no llaman al optimismo. De esa suma sólo se ha desembolsado hasta el momento US $22.000 millones (¡!). En todo caso, al inicio de esta Cumbre casi 200 países convinieron debatir y acordar la creación de un Fondo de daños y pérdidas por el Cambio climático, que ojalá no corra la misma suerte.
Aquí cabe decir que, tal como lo planteó el Presidente Petro al momento de posesionarse, no hay duda que la selva amazónica, que tiene una extensión de 5.5 millones de kilómetros cuadrados y abarca el 30% de la biodiversidad continental, es “la mayor esponja de absorción de estos gases de efecto invernadero (GEI), después de los océanos” y que allí se registra más del 60% del área deforestada en Colombia, sólo que esta posee a duras penas el 6% del área total del bioma amazónico. La responsabilidad mayor para su recuperación le incumbe a Brasil, que acapara el 61% del mismo, sobre todo ahora que con el retorno de Lula da Silva a la Presidencia, se empezará a desandar el recorrido depredador del mismo por parte del saliente Presidente Jair Bolsonaro.  
A su recuperación podría contribuir la propuesta del Presidente Petro a los organismos multilaterales, tales como el FMI, el Banco Mundial y la OMC de “iniciar el programa de cambio de deuda por inversión en la adaptación y mitigación del cambio climático en todos los países en desarrollo del mundo”. Ello es prioritario, habida cuenta que si bien la descarbonización es lo más importante para contrarrestar el Cambio climático, lo más urgente son las medidas y acciones de adaptación, mitigación, reparación y compensación de sus estragos. Sobre todo si se tiene en cuenta que de acuerdo con el Informe del Swiss Re Institute , la economía colombiana es catalogada como la séptima más vulnerable frente al Cambio climático en el mundo.
COLETILLA: con respecto a la propuesta del Presidente Petro para que la banca privada y multilateral “deje de financiar economías de hidrocarburos”, bueno es advertir que ya se han venido dando pasos en esa dirección, empezando por el Banco Mundial, el cual desde el 2018 le dio la espalda a las energías de origen fósil y dispuso que a partir del 2020 se cerraban las líneas de crédito de financiamiento de proyectos que tuvieran que ver tanto con la industria de los  hidrocarburos como la del carbón. Así lo había anunciado su Presidente Jim Yong Kim en la COP23 (2017), al alinearse con el Acuerdo de París, al tiempo que abrió una línea de crédito para financiar proyectos de energías renovables, comprometiendo para ello hasta el 28% de sus recursos.  Y de contera, varios de los más importantes fondos de inversión en el mundo han dispuesto no invertir más en fósiles e incluso han venido desinvirtiendo en ellos.   

 

Amylkar Acosta Medina

Amylkar David Acosta Medina1​ ( Monguí, La Guajira 1950) es un economista y político colombiano miembro del Partido Liberal. Se desempeñó como senador de la República2​ y entre 1997 y 1998 fue presidente del Senado. En el gobierno de Juan Manuel Santos fue ministro de Minas y Energía.