CAMBIANDO DE FOCO
Un ejemplo patético de cuanto se puede avanzar en el uso de las energías alternativas, al tiempo que se hace un uso racional y eficiente de las mismas es el cambio de las bombillas incandescentes por las fluorescentes. El uso de las primeras constituyen un derroche de energía, pues sólo el 10% que consume sirve para dar luz, el 90% restante sólo produce calor, el cual no se aprovecha pero hay que pagar en la factura del servicio porque mueve la aguja del contador. Si bien la inversión inicial es más costosa, puesto que todavía las bombillas o focos, como se les llama coloquialmente, son más caros que las convencionales, duran más sin quemarse y de contera consumen sólo un cuarto de la energía con respecto a estas últimas, con lo cual el ahorro en el consumo de electricidad la compensa con creces. Reemplazar, entonces, los calabacitos alumbradores de compae Menejo por las bombillas de alta eficiencia que ya están en el mercado constituye un alivio para el bolsillo del usuario del servicio de electricidad. En lugar del filamento de carbono utilizado en los primeros, se pasó a usar vapor de mercurio en las segundas.